Antonio Martins Soares Santana|
Es importante que el mundo moderno y llamado civilizado conozca la historia de más de quinientos años de persecución y opresión de los grupos étnicos indígenas del Brasil. En abril de 1500 una escuadra naval comandada por el conquistador portugués Pedro Alvares Cabral llegó a Porto Seguro, Bahia, pensando que llegaba a la India para entablar relaciones comerciales.
Sin embargo, erróneamente, estaba anclado en un nuevo continente que hasta entonces se conocía de su existencia por las conquistas de Cristóbal Colón. Las tierras del pueblo guaraní aún no eran conocidas por el mondo en ese contexto, sin entrar en los detalles de esta triste historia, al menos desde el punto de vista de los que sufrieron la invasión.
Justo al principio, Cabral llamó indios a los grupos étnicos de este territorio, dejando claro a la historia que su llegada aquí fue por casualidad y como el objetivo era la India, llamó a la gente de la tierra indios. Esta fue la primera agresión impuesta a las etnias de aquí, porque tal denominación relativizó la identidad de varios pueblos que vivían en paz hasta el primer contacto con el hombre blanco.
Las diversas etnias que vivían en el territorio brasileño
Es un consenso entre los historiadores que en el territorio de Brasil cohabitaban varios pueblos. Los que vivían en la franja costera se llamaban Tupi-guaraní, grupo étnico que exploró la zona marítima porque era rica en alimentos, mariscos entre otras diversidades. Sin embargo, en los territorios de Bahía, al entrar en la región interior, coexistieron varios otros pueblos que eran rivales de los tupis guaraníes, entre otros los páia-iás y los tapuias, que se vieron obligados a ocupar la zona que va desde el sur de ese estado hasta las orillas del río São Francisco.
Estas etnias, por no poder invadir la zona ocupada por los tupís, vivían más de la caza y la agricultura. Hablando de los llamados pueblos indígenas, en la región central del país había varias otras comunidades, como Cinta Larga, Ianomâmis, Caiapós. Esto hace evidente que los pueblos indígenas no son un solo pueblo, sino diversos, con sus propias culturas e idiomas.
El escritor Antonio Riserio señala que “Cuando los portugueses desembarcaron en lo que hoy es Bahía, la región de Irará estaba obviamente habitada por grupos indígenas. Pero no por los grupos Tupí. Tanto los Tupinaés como más tarde los Tupinambás se habían concentrado, especialmente cerca de la costa del mar, la costa atlántica. La información de que los indios de la zona de Irará eran tapuias es de conocimiento común.
“Leemos en la mencionada enciclopedia IBGE: Con la llegada a Brasil de los sacerdotes de la Compañía de Jesús, a mediados del siglo XVII, con el objetivo de la catequesis de los silvicultores, se internaron en el interior de Bahía y, entre otros lugares, llegaron en 1562 al territorio del actual municipio de Irará, donde encontraron una aldea de tapúes, , que más tarde se llamó Água Fría, y en la que empezaron a vivir y a construir una iglesia. […] Con esta nota, de hecho, aprendemos mucho más sobre los jesuitas que sobre los indios. La expresión «tapuia» no significa mucho. Era como los Tupis llamaban a los indios no bloqueadores», añade.
Hablando de los pueblos Tapuias y Pá-ia-iás relacionándolos con la región de Irará en Bahía, es importante señalar que en la localidad de Feira de Santana hasta el municipio de Jacobinas fueron exterminados varios grupos étnicos, siendo supuestamente muchos Tapuias. Tal vez la matanza de estos pueblos llegó a un gran genocidio de modo que hoy en día, tales territorios están ocupados por grandes granjas y municipios.
Todo indica que uno de los primeros hitos de esta conquista que fue la construcción de la iglesia jesuita de la aldea de São José da Itapororoca, hoy llamada Maria Quitéria, en homenaje a la primera mujer que luchó contra los portugueses en la batalla del 2 de julio de 1822, por ser hija de esa aldea. También se construyó al mismo tiempo una iglesia jesuita en la aldea de Bento Simão, en el municipio de Coração de Maria, con el objetivo de catequizar y conquistar a los indios Tapuias y Piá-ia-ias.
Volviendo al principio de la historia de la invasión portuguesa del Brasil, en los primeros contactos con la población del territorio propagaron una gran pandemia de todas las categorías de virus, tanto de gripe como de otras enfermedades como la sífilis, la neumonía y otras infecciones diversas que diezmaron a varias personas que hasta entonces no eran inmunes, porque no tenían contacto con otras civilizaciones.
Los pueblos de esas tierras murieron como moscas, lamentablemente. Es esencial conocer estos hechos históricos para volver a prestar atención a lo que está sucediendo con estas etnias en nuestro contexto, expuestas a otra pandemia, ahora la de Covid-19.
Además, muchos pueblos indígenas también han muerto por epidemias, o fueron exterminados por guerras y ataques para ocupar sus territorios. Han pasado 520, años y estos pueblos, los primeros dueños del territorio brasileño, siguen siendo maltratados, perseguidos, negados y humillados. En todo el territorio brasileño hay todavía varios descendientes de indígenas que se ven obligados a negar su identidad para protegerse de los prejuicios.
Brasil, surrealista en el camuflaje del racismo y los prejuicios
Siendo más conocida por el país del fútbol, la marca que más identifica al país, detrás de tal fama y mercadeo se esconde un país perverso y prejuiciado, injusto, que camufla una élite terrateniente, montañosa, blanca y cruel, construido a través de varios pueblos africanos que fueron desarraigados de sus territorios por la trata de esclavos que duró hasta finales del siglo XIX, porque la seudoabolición se produjo a principios de la República de la Espada, 1888.
Sin embargo, hasta el día de hoy los descendientes de africanos todavía viven en los barrios bajos y las laderas de las principales ciudades brasileñas, humillados, perseguidos y todavía sin derechos de ciudadanía, incluyendo en éstos, también los nordestinos que todavía se ven obligados a abandonar sus ciudades y regiones para someterse a todas las formas de prejuicio y explotación de la mano de obra en el sudeste industrial del país.
Los grupos étnicos indígenas que aún se encuentran en el Brasil, en su gran mayoría, se camuflan dentro del proceso de ciudadanía. Muchas tribus, principalmente del nordeste, han preferido ocultar sus identidades que asumir sus costumbres y culturas. En el interior de Bahia, hay muchas palabras y artesanías que son de las culturas de esos pueblos que no tenían otra forma de insertarse en la sociedad que mediante la negación de sus identidades.
Por ello, los pueblos que más se resistieron fueron los que entraron en el interior de la selva amazónica y que, aislándose, han intentado durante más de cinco siglos proteger sus territorios, lo que indica que esta huida en masa hacia el Amazonas fue motivada por buscar refugio lejos del alcance del conquistador.
Sin embargo, las etnias que habitaban la región del interior de Bahía, donde comenzó la ocupación territorial de lo que hoy es Brasil por parte de los conquistadores, principalmente en la región de Feira de Santana, fueron absorbidas en su mayoría por la sociedad de varios pueblos descendientes de las antiguas tribus que ahí existían.
Hoy en día, cuando nos referimos a los pueblos indígenas, pronto aparece en nuestras mentes que los indios son los que viven en el Amazonas, pero en cada territorio todavía hay varias tribus que tratan de desarrollar sus ciudadanías. Sin embargo, todavía es común en el Brasil desconcertar, con prejuicios, al indio que entra en una universidad, que trata de desarrollar una actividad económica capitalista, que trata de acceder a las tecnologías.
Es común escuchar palabras descalificante como: ¿alguna vez has visto a un indio que quiera un coche? ¿Has visto alguna vez que los indios quieran ser médicos o abogados? Es como decir que para ser un indio debe estar restringido a la vida en el hueco, en la tribu. Sin embargo, el indio tiene derecho a disfrutar de todos los avances que la humanidad ha desarrollado y esto, sin tener que dejar precisamente de ser indio.
El actual gobierno no niega a nadie su política antagónica con los pueblos indígenas. La prensa ha demostrado con la prueba de los datos estadísticos que la selva amazónica ha sido ampliamente devastada en catorce meses de este gobierno.
«La deforestación en la Amazonia creció el año pasado un 85,3% en comparación con el 2018, según los datos publicados el 14 de enero último por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE). Según el Sistema de Detección de la Deforestación Amazónica Legal en Tiempo Real (Deter), el año pasado fueron devastados 9.165,6 kilómetros cuadrados de bosque.
En 2018, se registraron alertas de deforestación en un área de 4.219,3 kilómetros cuadrados. La tendencia ascendente de la deforestación en 2019 señalada por Deter, que hace un rápido estudio de las alertas de las pruebas de los cambios en la cubierta forestal en el Amazonas, fue confirmada por la medición oficial, Prodes, publicada en noviembre: Esta fue la mayor deforestación de la región registrada en los últimos cinco años.
Los meses con mayores índices de devastación en el bioma fueron mayo, julio, agosto, septiembre y noviembre. Pará, Mato Grosso, Amazonas y Rondônia fueron los estados más afectados. La deforestación es uno de los principales factores que provocaron los incendios en el Amazonas, que causaron conmoción en todo el mundo el año pasado. Hubo un aumento del 30% en los incendios en el bioma, pasando de 68.345 brotes en 2018 a 89.178 en 2019.
Hoy en día, en pleno siglo XXI, estos pueblos están pasando por un gran vejamen para hacer frente a la pandemia del coronavirus, que diezma a la población brasileña, con una mayor furia letal en el Estado de la Amazonia, donde se concentra todavía el mayor número de grupos étnicos indígenas, que nunca han tenido contacto con el mundo del hombre blanco.
Por lo tanto, sin una amplia protección por parte del gobierno central en medidas que no permitan la presencia de grileiros (usurpadores de las tierras), garimpeiros (buscadores ilegales de oro) y terratenientes en los territorios indígenas, estos pueblos serán devastados por las infecciones de esta agresiva pandemia.
Pero parece que no ha sido ésta la preocupación del gobierno central, ya que la población del Amazonas es la que ha tenido más muertes en esta pandemia y la preocupación del gobierno se ha centrado en el sector productivo y económico. Basta con darse cuenta de que ya se nombró el tercer Ministro de Salud en medio de la pandemia, lo que indica que la preocupación del actual gobierno federal no ha sido la Covid-19, sino los intereses de la clase empresarial.
Éste es un llamamiento a la comunidad internacional para que muestre preocupación por los pueblos indígenas que, desde el siglo XVI, han estado luchando por defender sus territorios, sus pueblos, sus hijos, sin armas sofisticadas, sin ejércitos organizados por las modernas convenciones de formación militarizada.
Y luchan por seguir existiendo con sus costumbres, su religión, su cultura, y en la actualidad se enfrentan a una pandemia sin precedentes en la historia con tal devastación de vidas humanas. Vuelvan sus ojos a las etnias indígenas que siguen enfrentando a un gigante para seguir existiendo con seguridad y dignidad.
Referencias
-(Meio Ambiente. DW, Desmatamento na Amazônia cresce 85% em 2019. https://www.dw.com/pt-br/desmatamento-na-amaz%C3%B4nia-cresce-85-em-2019/a-52006186. 14\01\2020).Site visitado em 17\05\2020.
-RISÉRIO, Antonio. Adorável Comunista. Editora: Versal Editores, Rio de Janeiro, 2002.
-SANTANA, Antonio Martins S. O Brasil e a Dívida com os Descendentes de Escravos e os Povos Indígenas. Artigo publicado na Revista Carta Maior, 09\03\2020. 15:47.
*Licenciatura em História pela Universidade Leonardo Da Vince SC, Licenciatura em Música pela UEFS-BA, Pr. Evangélico pela Comunidade Cristã em Feira de Santana BA. É integrante da Rede Internacional de Cátedras, Instituições y Personalidades sobre o Estudo da Dívida Pública (RICDP – www.ricdp.org)